En este informe usamos datos de sondeos recolectados a finales de marzo y principios de abril de 2020 para documentar y entender cómo en las etapas iniciales de la pandemia accedió a noticias e información sobre el COVID-19 la gente en seis países (Alemania, Argentina, Corea del Sur, España, los Estados Unidos y el Reino Unido), cómo califica la fiabilidad de las diferentes fuentes y plataformas que usa, con cuánta desinformación dice cruzarse y su conocimiento sobre la crisis del coronavirus y sus reacciones.

Mostramos que: El consumo de noticias aumentó en los seis países y la mayoría de la gente en la mayoría de los países recurre a redes sociales, motores de búsqueda, sitios de vídeo y aplicaciones de mensajería (o una combinación de esas vías) para obtener noticias e información sobre el coronavirus; En los seis países, las personas con bajo nivel educativo formal son mucho menos propensas a decir que confían en los medios para informarse sobre el coronavirus y más propensas a confiar en redes sociales y aplicaciones de mensajería. En Argentina, Corea del Sur, España y Estados Unidos los jóvenes son mucho más propensos a confiar en redes sociales, mientras en Alemania, el Reino Unido y los Estados Unidos confían más en los grupos en aplicaciones de mensajería; En todos los países estudiados, porcentajes muy altos de gente (de cualquier edad, nivel de instrucción e ideología política) confían en científicos, médicos y otros expertos sanitarios como fuentes de información sobre el coronavirus. Tres cuartas partes de los encuestados confían en organizaciones de salud pública nacionales o internacionales, la mayoría califica a los medios como “relativamente fiables” y en todos los países excepto en España y en Estados Unidos la mayoría confía también en sus gobiernos nacionales; Mientras el nivel de confianza en científicos y expertos resulta consistentemente alto y el nivel de confianza en la gente corriente resulta consistentemente menor, hay diferencias políticas significativas en torno a la confianza que generan los medios y los gobiernos, sobre todo en Estados Unidos, donde quienes se ubican en la izquierda del espectro político confían en los medios mucho más que en el gobierno y quienes están a la derecha confían en el gobierno mucho más que en los medios. Cuando se consulta por la fiabilidad de las noticias y la información que proveen diferentes fuentes sobre el coronavirus, la mayoría calificó a las plataformas como menos fiables que los expertos, las autoridades sanitarias y los medios. Los resultados varían significativamente entre los distintos tipos de plataformas: en un promedio de los seis países, la “brecha de confianza” entre la información que brindan los medios y la información de las redes sociales es de 33 puntos porcentuales. Entre los medios y los sitios de video es de 30 puntos y entre los medios y las aplicaciones de mensajería es de 35 puntos. La brecha es de 14 puntos porcentuales en promedio entre los medios y los motores de búsqueda.
Al preguntar cuánta información falsa o engañosa sobre coronavirus creen haber visto de distintas fuentes y plataformas, se destacan cuatro hallazgos en general:
o Primero: por cada fuente y cada plataforma en cada país estudiado, es una minoría la que dice que se cruzó con mucha información falsa o engañosa; Segundo: entre las fuentes, la información falsa o engañosa diseminada por gente corriente a la que los encuestados no conocen es la más identificada “de abajo hacia arriba” (aunque en Corea del Sur, España y los Estados Unidos los encuestados señalan a los políticos generando desinformación “de arriba hacia abajo”). En promedio, aproximadamente un tercio dice haber visto mucha información falsa o engañosa de abajo hacia arriba durante la última semana; Tercero: entre las plataformas, la preocupación se concentra en redes sociales y aplicaciones de mensajería, donde en promedio cerca de un tercio de los encuestados dice que en la última semana ha visto mucha información falsa o engañosa durante la última semana; Cuarto: la preocupación sobre información falsa o engañosa proveniente de medios y gobiernos está menos extendida que la relacionada con gente común, redes sociales, aplicaciones de mensajería y, en algunos países, personajes políticos. De todas maneras, preocupa a un número significativo: cerca de un cuarto de los encuestados, en promedio, apunta a medios y gobiernos.
• Una mayoría en cada país dice que los medios han ayudado a comprender la crisis y a explicar qué se puede hacer al respecto. No obstante, aproximadamente uno de cada tres también siente que los medios han exagerado la pandemia.
• La mayoría lo hace relativamente bien cuando responde una serie de preguntas fácticas sobre el coronavirus: más de la mitad de las respuestas correctas en general y más de 75% en todos los países excepto en Corea del Sur (58%) y en Estados Unidos (65%). El análisis de regresión muestra que recurrir a los medios como fuente de información se relaciona estadísticamente con un aumento significativo del conocimiento sobre el coronavirus en todos los países, menos en Argentina y en España. Según nuestros datos, ninguna plataforma o fuente de información se relaciona de forma consistente y significativa con un menor conocimiento sobre el coronavirus.
• El número de respuestas correctas está asociado con el nivel de instrucción: encuestados con bajo nivel de educación formal dan más respuestas incorrectas a la mayoría de las preguntas. La orientación política juega un gran rol en algunas preguntas, en particular las que se relacionan con opiniones de políticos notorios y otras figuras prominentes. Casi una cuarta parte de los encuestados cree de forma errónea que el coronavirus se fabricó en un laboratorio.
1. Introducción. ↑
Con el brote y la diseminación del COVID-19 “no sólo combatimos una epidemia: también luchamos contra una infodemia”, dijo el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, el 15 de febrero.1 En esta situación, tiene una importancia crítica que la gente acceda a noticias e información que le resulte fiable y que puede ayudarle a comprender la crisis del coronavirus, qué hacer para protegerse a sí misma, a sus seres queridos y a sus comunidades y también al periodismo independiente que refleja cómo los gobiernos y otros reaccionan frente a la pandemia. Está claro que tanto la información como los varios tipos de desinformación van a moldear crucialmente cómo la gente entiende y cómo reacciona frente a una crisis de salud pública, y cómo evalúa las instituciones que le ayudan (y las que no). Los investigadores saben hace tiempo que son las percepciones del riesgo las que determinan cómo la gente reacciona frente a una crisis, y no el riesgo en sí (Glik, 2007).
El término infodemia que usa la OMS captura el vasto volumen de noticias e información sobre COVID-19 y la ambigüedad, la incertidumbre y a veces el carácter engañoso, la baja calidad o directamente la naturaleza falsa de una parte de ese material.2 Pero es importante reconocer de entrada que mientras los profesionales de la medicina pueden identificar con fines prácticos al coronavirus como un patógeno, diagnosticarlo, testearlo y mapear su diseminación (asumiendo que el testeo y otros recursos están a disposición), más allá de lo demostrablemente falso, lo obviamente fabricado y la desinformación deliberadamente manipulada que señalan los verificadores de datos, la mayoría de lo que nos llega sobre coronavirus es más difícil de separar clara y limpiamente en información y desinformación, verdadero y falso, fiable y no fiable (Brennen y otros, 2020). Esto está en línea con investigaciones previas que demuestran que la mayoría del público (posiblemente con razón) ve en escala de grises y no en blanco y negro gran parte de la información en la que confía y varias de las fuentes, sean medios, compañías tecnológicas o autoridades públicas (Graves y Nielsen, 2017; Newman y otros, 2018). A menudo, los factores subjetivos e intersubjetivos, como la confianza en las fuentes, importan tanto en la manera en que el público se informa sobre el riesgo como en los factores más difíciles de establecer, entre ellos la fiabilidad y la veracidad (Glik, 2007).
En este informe usamos datos recolectados a finales de marzo y principios de abril de 2020 para entender cómo la gente accede a noticias e información sobre COVID-19 en seis países, cómo califica la fiabilidad de las diferentes fuentes y plataformas que usa, cuánta desinformación dice encontrar en diferentes fuentes y plataformas, y qué sabe (y qué hace) respecto de la crisis del coronavirus. También desglosamos resultados de primera línea para identificar diferencias por edad, educación y orientación política. Y usamos análisis de regresión para identificar correlaciones entre el uso de formas específicas de noticias e información y lo que la gente sabe sobre el virus, agregando otros factores como edad, educación y orientación política.3 A lo largo del informe, contextualizamos los hallazgos actuales a la luz de lo que ya sabemos sobre diferencias y similitudes en el consumo de noticias y medios en esos países gracias a nuestro informe anual titulado Digital News Report (Newman y otros, 2019). Esperamos que el análisis sea de utilidad a periodistas, medios, plataformas, autoridades públicas y ciudadanos, para pensar sobre el flujo de noticias e información vinculado al coronavirus.
El informe cubre Alemania, Argentina, Corea del Sur, España, Estados Unidos y el Reino Unido, seis países con una población combinada de más de 600 millones de personas y que representan distintos sistemas mediáticos y políticos. La pandemia del coronavirus está en diferentes fases en cada uno de esos países y sus gobiernos han implementado diferentes medidas. Al 31 de marzo, cuando empezamos a recoger los datos sobre el terreno, Our World in Data reportaba que Alemania tenía 6,96 muertes por millón de habitantes; Argentina 0,53; Corea del Sur 3,18; España 156,99; los Estados Unidos 9,58 y el Reino Unido, 20,74.4 Al 7 de abril, cuando se cerró la recolección de datos, la tasa de mortalidad había crecido a 19,18 en Alemania, 1,17 en Argentina, 3,74 en Corea del Sur, 279,22 en España, 33,20 en los Estados Unidos y 79,15 en el Reino Unido. En esta muestra España es de lejos el país más golpeado y Argentina, el menos golpeado; Corea del Sur es el que más tiempo ha sufrido la epidemia y afronta, como el resto de los países, la posibilidad de una “segunda ola” de casos.
2. Metodología. ↑
El informe se basa en una encuesta encargada por el Reuters Institute for the Study of Journalism y el proyecto Misinformation, Science and Media (Desinformación, ciencia y medios), compartido con el Oxford Internet Institute y apoyado por la Oxford Martin School. Nuestro objetivo es comprender cómo la gente consume y califica las noticias y la información de diferentes fuentes sobre el COVID-19. La investigación fue dirigida por YouGov usando un cuestionario distribuido online desde el 31 de marzo hasta el 7 de abril de 2020 en Alemania, Argentina, Corea del Sur, España, los Estados Unidos y el Reino Unido.
Las muestras en cada país se armaron recurriendo a cupos representativos a nivel nacional por edad, género y región. Los datos también se ponderaron en función de objetivos apoyados en información que acepta la industria y de los censos.
En los seis países encuestados hemos visto un aumento en el consumo de noticias, comparado con informes anteriores (por ejemplo, Newman y otros, 2019). Varios medios trabajan duro en esta crisis para atender lo mejor posible a sus audiencias crecientes, complementando el reporteo tradicional, a menudo resuelto en condiciones extremadamente difíciles debido a las cuarentenas estrictas y las medidas de distanciamiento social (más las presiones que la crisis misma pone sobre el negocio de los medios), con muchos ejemplos impresionantes de innovación editorial, incluyendo más visualizaciones de datos, interactivos y distintos tipos de simulaciones. La televisión y los medios digitales son las formas más populares de acceso a las noticias en los seis países (ver gráfico 1). Las cifras de circulación de los periódicos son más bajas de lo normal, ya que la cuarentena complicó la distribución de los ejemplares y provocó una reducción en las ventas. Aunque el consumo de noticias en general crece, hay diferencias demográficas esperables: los jóvenes identifican de forma abrumador a los medios digitales (y a menudo a las redes sociales) como su principal fuente de información, mientras que las personas de mayor edad recurren a la televisión. La crisis del coronavirus no ha modificado el cambio estructural hacia lo digital ni el perfil demográfico de las distintas fuentes noticiosas.
El consumo de noticias crece y los medios siguen siendo una de las principales fuentes de información, pero no son la única en una crisis de salud pública donde la mayoría de la gente está online y varias organizaciones, incluyendo las autoridades públicas, tienen disponibles páginas oficiales, cuentas de redes sociales y otros canales de comunicación. Algunos expertos como el doctor Christian Drosten, jefe de Virología en el hospital universitario de investigación Charité de Berlín, y el doctor Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias de España, se han convertido en personajes famosos, ampliamente difundidos en noticias y redes sociales.5
Los hábitos de búsqueda de información no se centran exclusivamente en los medios. Una imagen compleja surge cuando la gente responde qué fuentes ha usado durante la última semana para obtener noticias o información específicamente sobre coronavirus, por ejemplo, visitando directamente páginas web o aplicaciones, a través de varias plataformas o en persona.
Este informe documenta que los medios desempeñan un papel crucial en todo esto. Son importantes en términos de proporcionarle a la gente noticias e información sobre el coronavirus, información fiable para la mayoría (en muchos países más fiable que la del Gobierno) e información que ayuda a estar más informado. Pero la importancia va mucho más allá: los medios independientes ayudan a comprender la crisis y en el mejor de los casos también colaboran para que los gobiernos nacionales, las autoridades sanitarias y otros actores poderosos rindan cuentas sobre cómo afrontan la crisis, en términos de la eficiencia de su reacción y en cuanto a la transparencia y veracidad de su mensaje público sobre la crisis. Esto es crucial, ya que el distanciamiento social y otras medidas sanitarias similares serán efectivas en el largo plazo si resultan creíbles e inteligibles para el público en general.
Todavía no tenemos una vacuna para este virus, pero al menos ahora sabemos que el acceso a información rigurosa, relevante y confiable de medios independientes y otras fuentes puede ayudar a combatir la “infodemia” y así ayudar a que la gente se ayude a sí misma y ayude a sus sociedades.
Fuente: https://reutersinstitute.politics.ox.ac.uk/